En medio de un clima electoral cada vez más tenso, las recientes declaraciones de Kamala Harris y Donald Trump han puesto de relieve la política exterior como un tema central de debate en la contienda presidencial estadounidense. La vicepresidenta Harris ha intensificado sus críticas hacia el expresidente Trump, destacando su manejo de las relaciones internacionales y, en particular, su rol en decisiones clave como la retirada de tropas de Afganistán.
Durante un acto conmemorativo en el Cementerio Nacional de Arlington, Harris no se contuvo al cuestionar la postura de Trump sobre el respeto y la memoria de los caídos en conflictos bélicos. Esta crítica se enmarca en una serie de declaraciones en las que Harris ha buscado subrayar lo que considera un enfoque negligente y desestabilizador de Trump en la arena internacional. Según Harris, las decisiones del expresidente han dejado a Estados Unidos en una posición más vulnerable, tanto en términos de seguridad nacional como de alianzas estratégicas.
Trump, por su parte, ha respondido con su habitual estilo combativo, rechazando las acusaciones y argumentando que su política exterior siempre estuvo orientada a proteger los intereses estadounidenses. En sus recientes apariciones, ha insistido en que su administración logró evitar conflictos costosos y ha señalado que su decisión de retirar las tropas de Afganistán fue una promesa cumplida que otros presidentes no se atrevieron a ejecutar. Trump ha acusado a Harris y a la administración actual de debilitar la posición de Estados Unidos en el escenario global, particularmente frente a potencias como China y Rusia.
Este cruce de declaraciones no es solo una disputa personal entre los dos políticos, sino que refleja las profundas divisiones sobre la dirección que debería tomar la política exterior de Estados Unidos. Mientras Harris aboga por un enfoque multilateral y cooperativo, Trump defiende una política exterior más aislacionista y centrada en la protección directa de los intereses nacionales.