Los principales factores asociados a la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe -ALC- son la pérdida de ingresos, la desigualdad y el aumento en el precio de los alimentos. Estos tres factores han restringido el acceso a alimentos saludables.
Es la conclusión que tiene el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) cuando aborda el tema. Lo ha tratado la mañana de este jueves al inicio de la jornada correspondiente al segundo día las Reuniones Anuales, iniciado el 6 y cuyo cierre será el domingo 10.
Desde el punto de vista del organismo financiero, garantizar la seguridad alimentaria para la población de América Latina y el Caribe es fundamental para el desarrollo de la región.
La seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos que permitan satisfacer sus necesidades alimenticias para el desarrollo de una vida saludable (FAO).
La seguridad alimentaria comprende cuatro dimensiones, la primera de ellas es la disponibilidad de alimentos (es decir, suministro/oferta de alimentos), la segunda es acceso a los alimentos (es decir, recursos financieros necesarios para obtener alimentos), la otra es estabilidad alimentaria (es decir, tener acceso y disponibilidad constantes de alimentos) y finalmente el uso de los alimentos (es decir, tener acceso a alimentos saludables, seguros y comida nutritiva)
Según asegura el BID, la inseguridad alimentaria en la región latinoamericana y caribeña se ha convertido en un problema estructural agravado por crisis recientes, como la pandemia del covid-19, el conflicto entre Rusia y Ucrania, y por el actual contexto de cambio climático.
Cuidado, ojo al tema
La problemática alimentaria en la región es significativa y multifacética. Las estadísticas indican que el 11% de los niños enfrenta retraso en su crecimiento, mientras que el 24% de los adultos lucha contra la obesidad.
Además, América Latina y el Caribe ostentan el costo más elevado para acceder a una dieta saludable, con un promedio de US$4.08 por persona al día, superando el promedio mundial de US$3.60. Esta disparidad económica deja a un cuarto de la población sin los medios para asegurar una alimentación adecuada, destacándose el Caribe con un 50%, seguido de Centroamérica con un 28% y Sudamérica con un 20%.
El cambio es un desafío adicional para la seguridad alimentaria en la región. Los fenómenos climáticos impredecibles afectan la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos, además de impactar negativamente la productividad agrícola, los precios de los alimentos, la infraestructura crítica y los ingresos de las poblaciones más vulnerables.
Los efectos adversos de la inseguridad alimentaria se reflejan en todas las etapas de la vida y en diversas esferas sociales. Desde un desarrollo físico y cognitivo menguado en la infancia hasta una mayor incidencia de enfermedades crónicas en la edad adulta, la inseguridad alimentaria impone una carga significativa en la salud y el bienestar de la población.
La necesidad de construir sistemas alimentarios resilientes, sostenibles e inclusivos se vuelve imperativa para abordar estos desafíos, se ha dicho.