Sobre Ojeda, dijo que “imita a Pacheco, que hacía box”, y sugirió que Lacalle “no promueve mucho” a Delgado para que “no le haga sombra”.
El expresidente Mujica y su esposa, la exsenadora Lucía Topolansky, fueron entrevistados ayer por el canal municipal TV Ciudad.
Pese a los quebrantos de salud que han limitado su participación en la campaña electoral, Mujica se mostró de buen ánimo y respondió a las preguntas sin acusar signos de malestar o fatiga.
Consultado sobre la figura del presidenciable colorado Andrés Ojeda, dijo que “es raro”, porque “empezó haciendo pesas, quiere remedar a Pacheco, que hacía box”. Además, consideró un error del candidato “atribuirse el cambio, la modernidad, por el hecho de tener 40 años, y no entiende que hay jóvenes viejos y hay viejos jóvenes. Que la verdadera edad no es un problema de años, sino de madurez global”, dijo.
“Y otra cosa: no lo sentí ni una vez hablar de don José Batlle y Ordóñez o decir ‘soy colorado’, y ser colorado y no acordarse de Batlle y Ordóñez es como ser cristiano y no acordarse de Cristo”, comparó.
También manifestó dudas acerca del modo en que Ojeda financia su campaña electoral. “Seguramente tiene pasos mágicos, no me lo puedo explicar. Un minuto de tele cuesta 40.000 pesos, me puse a sacar cuentas un día y me quedé aterrado. Están haciendo una declaración de gastos totalmente mentirosa, salvo que le regalen los espacios de TV o se los cobren a otro precio”, aventuró.
Posteriormente, apuntó contra filas del Partido Nacional y expresó que, desde su punto de vista, Lacalle Pou “no lo ha promovido mucho” a Álvaro Delgado. “A veces me da la impresión de que no quiere que le hagan sombra. Se me ocurre a mí, de viejo mal pensado, pero el zorro cuando es corrido desde lejos la olfatea, dice el Martín Fierro”, citó.
En cuanto al resultado de las elecciones del domingo, Mujica consideró que el escenario más probable es que haya una segunda vuelta y que en ella triunfe el Frente Amplio “por mérito propio y por demérito ajeno”.
Sin embargo, dio a entender que un gobierno de su partido debería tener las puertas abiertas a las demás fuerzas políticas. “Ganar las elecciones no significa convertirse en un patrón que hace lo que quiere. Lo que más le reprocho a este gobierno es lo cerrado que fue en torno al presidente, y él ni siquiera hablar con la oposición. Ese es un lujo que el Uruguay no se puede dar”.
En contrapartida, recordó que en tiempos de la crisis de 2002 “hablábamos todas las semanas con Atchugarry [el ministro de Economía] y hasta con el viejo Batlle, no había problema, y ese es el verdadero Uruguay”.
“En mi gobierno se le dio participación a la oposición en todos lados, como nunca, y esa me la deben hasta el día de hoy. Pero no lo hice por bondad: es negocio, porque nadie te va a controlar mejor que la oposición, y eso te ayuda”, concluyó.